Cra. Agostina Álvarez Bertucci
Lic. Luis José Baruzzo
Hace unos días nos sorprendió una nueva noticia del influencer Santi Maratea: recaudó más de $150 millones destinados a combatir los incendios en Corrientes. Nos preguntamos entonces, porqué razón tanta gente estuvo dispuesta a realizar tamaña donación a un joven influencer y pronto llegamos a la conclusión que se trata de la confianza que inspira. La genuina expectativa de que lo donado llegue a los verdaderos destinatarios.
Las nuevas tecnologías han posibilitado, a través de las redes sociales, una comunicación inusitada por su magnitud y velocidad, generando un fenómeno social inimaginado hace algunos años, al punto de darle cuerpo a una iniciativa de un joven comprometido con fines filantrópicos.
Si bien en momento de crisis se ven situaciones dolorosas, algunas con consecuencias irrecuperables, como son los incendios, también hacen emerger las más generosas muestras de solidaridad, compromiso y desprendimiento. Lo que se generó en todo el país en estos días es algo histórico, al igual que en otros momentos difíciles por los que hemos pasado.
El espíritu de colaboración y desprendimiento, la comunión hacia un fin común, corporiza aquello de “todos juntos hacemos mucho más que la suma de las partes”.
Por loable que sea el fin, sin embargo, no todos tienen el mismo poder de convocatoria, sólo sobresalen los que inspiran confianza, como parece ser el de este destacado influencer. Este capital no es espontáneo, es construido con un historial reputacional de una efectividad diferencial demostrable basada en la transparencia. De hecho, la Real Academia Española entiende que la palabra confianza es la “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”.
La velocidad de los cambios y el surgimiento de una mayor incertidumbre sobre el futuro tiene consecuencia sobre la credibilidad. En algunas encuestas los bomberos aparecen entre otras organizaciones públicas y privadas con una alta imagen de confiabilidad.
Compromiso con el medioambiente y la sostenibilidad
La creciente preocupación de las sociedades por las cuestiones ambientales y sociales hace que se vean bien a aquellas organizaciones que, más allá de sus objetivos económicos, muestran compromisos en sus actos cotidianos, la sostenibilidad de triple impacto: económico, social y ambiental.
Estas cuestiones que se da en llamar genéricamente “responsabilidad social” tiene un sendero marcado por la transparencia y la rendición de cuentas.
Los incendios constituyen la emergencia actual que quema, pero las consecuencias que queden cuando el fuego se haya extinguido, serán dolorosas y, para muchos, difíciles de superar. Los productores ganaderos perdieron sus campos y sus haciendas, algunas forestaciones fueron diezmadas, miles de animales fueron sacrificados por el fuego; la fauna y la flora silvestre sufrieron traumas no fáciles de cicatrizar, la contaminación del aire y el agua por la diseminación de carbono perdurarán por algún tiempo. La suturación de estas heridas y la recuperación llevará tiempo y será necesaria la renovada ayuda solidaria de la sociedad civil, además de la estatal que se da por descontada. Con estas perspectivas, ¿cómo podemos hacer para construir y cultivar la confianza de la sociedad en sus organizaciones para la reconstrucción de las pérdidas?
Tal vez, parte de la respuesta esté en la transparencia de las acciones de aplicación de los recursos recibidos, la recolección de evidencias que la soporten y la difusión de contundentes rendiciones de cuenta. ¿Se replicarán ejemplos como los mostrados por Santiago Maratea? Es posible que ese sea el sendero para que organismos públicos, ONG y empresas transiten juntos en pro de un trabajo colectivo y las ayudas solidarias no sean una excepción que se destaquen en los titulares periodísticos.
¿Podremos los correntinos estar a la altura de la ayuda recibida de los propios habitantes, de los de otras provincias y los de nivel internacional para responder con transparencia, responsabilidad y rendir cuenta de nuestros actos?